Diarios (3)

Viernes

Manolete, con su elegancia de muerto, presidía en Chicote una tertulia de silencio.

Lo escribe Francisco Umbral en su novela Madrid, 1940. La frase debió de gustarle tanto a su autor que se recrea y la despacha dos veces, casi seguidas.

La música y la poesía no son sino formas de administrar el silencio. A esta conclusión llegamos el Notario y yo justo antes de sentarnos a firmar la aceptación de la herencia de mamá, en lo que hacíamos tiempo.

Sábado

Entre los libros aún no escritos que he leído, el poemario Bukowski al fondo ocupa sin duda el lugar más destacado.

Domingo

Soy segundo movimiento. Sobre todo en domingo.

Umbral, que ando leyendo medio a escondidas, a veces se pega.

Lunes

Las ambulancias y los camiones de bomberos llevan el nombre del servicio escrito en el frontal, invertido, para ser leído en el retrovisor del vehículo que tengan delante.

En mitad de un paso de cebra casi me alcanza una furgoneta que luce «don camarón» en el morro, bien a la vista.

He tratado de representarme «don camarón» reflejado, escrito a la inversa. Un ejercicio imposible.

Un estudio vasco certifica que el cerebro entiende, desde el subconsciente, las palabras reflejadas en una superficie reflectante al igual que las escritas normalmente.

Martes

De los veintitrés tomos de diarios de Andrés Trapiello, estoy atascado en mitad del que hace el número once.

Son tablas.

Miércoles.

Visito páginas web que prometen hacerte escritor de éxito. Son decálogos en los que escribir es lo menos importante. Escribir el libro. A veces ni aparece entre las condiciones. Otras es el quinto o sexto paso.

El mismo columnista que llamó ignorante musical a James Rodhes por citar a Beethoven, escribe en otro lugar que casi todo el mundo tiene los libros como un producto de la invención, no de la escritura.

Y tanto.

Jueves

Me contactó por internet un tipo que se presenta como escritor y profesor de escritura creativa. Me invita a participar en una red de blogs literarios y de paso a beneficiarme de un buen descuento en el curso que imparte.

Tiene un blog compulsivo, que de tanto como alimenta con ocurrencias oníricas y genialoides parece que vaya a estallarme la pantalla del portátil.

A los profesores de escritura creativa y a los tarotistas habría que echarles el guante alguna vez.