
En el cercanías he viajado con Carles P. Todo el tiempo nos ha rondado la idea de que él fuese en realidad mi padre. De que era mi padre. Eso fue porque yo sabía que cumplía años. Lo sabía yo y nadie más. Y también por un comentario que hizo, afeándome el carácter, del tipo ‘en eso eres igual que tu madre’, aunque no fue exactamente así, sino más bien ‘en eso eres igual que mi mujer’, pero lo dijo como lo diría un padre a un hijo, eso seguro. Lo que quiso afearme fue lo que él juzgó un exceso de tolerancia por mi parte con los débiles, porque cedí el paso a un hombre en silla de ruedas que demoró nuestra entrada al vagón. ‘Tú igual que mi mujer’, dijo.
Debió ser porque no acabase de quedar claro si era o no mi padre, que encendí un cigarrillo después de veinte años sin fumar, abrumado por la duda. Solo dos chupadas y después lo descapullé contra la suela del zapato, temeroso de las protestas del resto de viajeros. Descapullar el cigarro es deshacerse de la brasa y conservar el resto, casi siempre con intención de aprovecharlo después. Son habilidades que no se pierden nunca.
Al bajar del tren, en la estación, me dijo ‘espera un momento’ y se acercó a las mesas de la terraza de la cafetería; se sentó a una que ya ocupaban otros y hablaron; después deambuló de una mesa a otra con cuchicheos al oído de los clientes. Al final se encaramó a una silla y desde allí, ganada la altura de un director de orquesta, agradeció con teatro y las dos manos juntas sobre el corazón, que hubiesen empezado a cantarle el cumpleaños.
A ti no hay quien te afee
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El 7 sept 2022, a las 19:05, Catita Catita ekelian@hotmail.com escribió:
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