Certificado de presencia (Taller de práctica tipográfica y jurídica)

Kolibri
Máquina alemana Groma Kolibri propiedad del autor

El juez me citó para declarar en el juicio por el robo de mi coche. No me presenté. Ni la primera vez ni la segunda. El juez dispuso que me condujesen a la fuerza a su presencia y dictó orden de detención. La policía se presentó en mi apartamento un viernes por la tarde. No soy yo, les dije, se equivocan de persona. Disculpe entonces. La policía no quiere líos ni dramas por una cosa así y les da lo mismo que seas que no. Redactaron un diligencia haciendo constar que yo decía no ser quien realmente soy y la firmé sin oponer resistencia. El juez renovó la orden detención, esta vez con advertencia de incurrir en graves responsabilidades por delitos de desobediencia y contra la administración de justicia en caso de no atender su requerimiento, porque mi ausencia reiterada, siendo yo el testigo de cargo principal, impedía celebrar el juicio al ladrón del coche. La policía llamó a la puerta un martes a la hora de comer. Soy yo el que buscan pero no puedo acompañarles por culpa de los niños. No tengo con quien dejarlos hoy. Extendieron una cédula con la orden de presentarme en la comisaría tal día a tal hora. Me la entregaron y yo firmé en todo cuanto lugar me fue indicado. Tal día a tal hora tampoco me presenté. El juez, en cuanto lo supo, dictó entonces una requisitoria de busca y captura y un jueves fui detenido en la calle con discreción, cuando pretendía regresar del trabajo a casa. En la comisaría se produjo una discusión a cuenta de qué hacer conmigo. Se impusieron los partidarios de entregarme las citaciones y dejarme ir. Una citación para testificar en el juicio por lo de mi coche y otra para comparecer como encausado por no colaborar al buen fin del juicio de mi coche. El día que venía indicado en la primera citación, la del juicio, no me presenté y esa misma tarde, al salir de mi oficina, dos tipos me esposaron con cuidado en el portal, delante de algunos vecinos. Dormí en la comisaría ese día y el siguiente. Durante mi detención el juzgado, con llamadas telefónicas, localizó a todos los interesados y orquestó el juicio antes de las setenta y dos horas del plazo máximo que había para tenerme allí. Fui conducido en custodia hasta la puerta de la sala. Una mujer salió y dijo mi nombre en alta voz conminándome a pasar. Al verme entrar el juez preguntó si era yo al que había habido que detener y sin esperar respuesta y antes que llegase yo a dar tres pasos añadió no hace falta ya que entre, el acusado acaba de reconocer los hechos y el acuerdo con la Fiscalía está cerrado. A usted ya le pagó el seguro el valor venal, según veo aquí, así que si espera un momento le devuelven su carnet y si lo desea en secretaría pueden expedirle un certificado de presencia, por si le hiciese falta para su trabajo. Buenos días.

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