La calle Seco

 

Recuerdo que en la puerta de la guardería de la calle Seco estaba escrito jardín de infancia María Auxiliadora. Recuerdo que nuestro piso era un quinto y que el portal era el seis. Recuerdo un sueño en el que salto la comba en la terraza interior del piso y recuerdo en ese sueño salir propulsado como un niño-bala en uno de los saltos sin pretenderlo y describir un vuelo en parábola desde el tiro del edificio a la puerta de mi jardín de infancia, que estaba casi al final de la manzana. Recuerdo ese sueño como un sueño triste. Recuerdo las rayas azules en nuestros bloques. Recuerdo que solo he saltado la comba en sueños. Recuerdo a niños gitanos que dan el palo y a otro niño como yo al que han acorralado contra la pared de uno de los edificios que hay frente a nuestros bloques. Recuerdo a papá salir del 1430 y disolverlos a todos con patadas en el culo y a los quinquis huir y dedicarle a papá cortes de mangas y supongo que insultos y menosprecios desde lejos. Recuerdo el número de teléfono cuatro treinta y tres treinta y tres ochenta y a papá contar que al niño al que acaba de defender le dijo la próxima vez al primero de esos que se te acerque le das una patada fuerte en los huevos, o en los cojones, y también que al niño le preguntó si sabía qué cosa eran los huevos o los cojones, no fuera a ser. Recuerdo caminar con mamá hacia la avenida Ciudad de Barcelona a coger los taxis o el autobús. Recuerdo haber aprendido a nadar en la calle Seco y echarme al sol después de un baño, tumbado en uno de los bancos de piedra de la piscina. Recuerdo la alianza de papá hacer clic contra el volante del 1430 y contra el freno de mano. Recuerdo el 1430 volcado, con los bajos hacia el cielo, por haberse salido de la carretera en una curva y dado tres vueltas de campana por culpa del granizo. Recuerdo que mi hermano pequeño aprendió a bucear antes que yo aprendiese. Recuerdo a mamá gritar cuando nos llevaron a ver el coche panza arriba. Recuerdo el hematoma en el hombro de papá por haber quedado colgado del cinturón de seguridad y cabeza abajo. Recuerdo a dos primos de mamá, de Sarria, sentados en el sofá del salón. Recuerdo que aquel día una de las uñas del pie se me levantó por un golpe mal dado contra una puerta y que uno de los primos de mamá la examinó. Recuerdo probar las angulas en el piso de la calle Seco.

Nota. Conocí los ‘me acuerdo’ de G. Perec por los ‘lémbrome’ de Xurxo Chapela. Es obligado mencionarlos.

6 respuestas a «La calle Seco»

  1. Me gusta. Recoge muy bien una corta etapa de nuestras vidas en Madrid, de la que poco me acordaba, Ahora sí, efectivamente, recuerdo las cosas que relatas y también algunas otras que no mencionas. Has abierto la puerta cerrada de ese archivo de mi memoria y salen bastantes otras, como: el robo del coche; la vez que sirvió de dormitorio a alguien, por una noche, el Simca 1200; las veces que lanzaba por el aire a Dani hacia la piscina; anécdotas de la convivencia con nuestros vecinos del 7º piso…. Jalo y parienta; la vez que regresaba a casa desde el Banco, hacía frio e iba encorvado mirando al suelo, cuando mi frente topo con la esquina de la puerta medio abierta de un garaje y llegué a casa sangrando; y otras muchas anécdotas que ahora me vienen a la cabeza. Se ve que la puerta del archivo se ha abierto casi de par en par. Muy bien, está muy bien.

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