Cortar los huevos

El primer concurso que recuerdo haber ganado fue uno de imitadores del cantante brasileño Roberto Carlos.

Este tipo de competiciones no resultan extrañas entre gente dada a la escritura. En ese mundo abundan los tipos que en realidad quieren ser otro. Tal vez sea por eso por lo que escriban. He leído que Vila-Matas participa cada año en un concurso internacional de dobles de Hemingway. Lo cuenta él mismo. El jurado suele dejarlo en último lugar, alguna vez en el penúltimo, pero eso a él no lo desanima y siempre regresa.

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Ernest Hemingway. Dibujo a lápiz del autor.

Para mi concurso escogí una canción muy popular en la que Roberto Carlos tomaba partido contra la caza de ballenas y el petróleo y a favor de las zonas verdes del mundo, una especie de declaración de principios de lo que después se ha llamado desarrollo sostenible.

Un tipo listo el que inventó el desarrollo sostenible. Admitamos que el crecimiento económico genera toda una serie de costes sociales muy elevados: deforestaciones, vertidos, emisiones tóxicas, alteraciones climáticas, enfermedades, desplazamientos de población y todo eso. La escena de un cormorán anegado en crudo a mí puede motivarme lo suficiente como para llegarme hasta una oficina de Repsol y orinar en la puerta. Eso es una forma de lucha que en cierto modo genera un coste social, pero muy pequeñito en comparación. El desarrollo sostenible se ideó para evitar estos pequeños costes, no los otros. Lo idearon los repsoles, que siempre van por delante y los demás lo compramos. Uno grita a galopar contra los devastadores del planeta y puede notar el músculo marcársele en los brazos, como invitándolo a arrancar un adoquín; a galopar por el desarrollo sostenible tal vez remueva la barba de un hipster si es que justo en el momento de escucharlo el tipo la está sacudiendo de migas de espelta. No alcanzo a ver nada más.

Supongo que los de Greenpeace al cantante Roberto Carlos lo tienen por una cosa de hilo musical y por eso defienden el desarrollo sostenible sentando al pianista Ludovico Einaudi a tocar un Steinway & Sons de noventa mil euros en pleno Ártico, los dos encima de un bloque de hielo que se desplaza por el agua o lo simula, el intérprete exhalando vapor por todas sus vías y el piano jodiéndose por la temperatura y el viaje al polo. Einaudi es al piano lo que el desarrollo sostenible a la defensa del medio. Una trampa.

Hay gente que en lugar de decir gasto dice techo de gasto. Escribe Millás que ésa es la clase de gente que alarga las palabras por no alargarse el pene. Tiene razón. Si pronuncias desarrollo sostenible eliminas de un plumazo muchas palabras que podrían decirse: amianto, silicosis, central, uranio, expropiación, sarcófago, tumor, residuo, deslocalización. Hay gente muy hábil para estas cosas. La clase de gente que acorta el idioma porque no le corten los huevos.

Una respuesta a «Cortar los huevos»

  1. Me encanta el artículo, pero no menos el retrato de Hemingway. La profundidad que has conseguido en la mirada del dibujo es impresionante. Y la ironía trágico-humorística del relato. Espero que, cualquier día que se te ocurra, edites tus artículos en un libro para tenerlos a mano y repasarlos con mas comodidad que la que este medio ofrece.

    Muchos besos, hijo.

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