Cabreros

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En los grandes almacenes escucho la promoción de un libro de poesía por los altavoces del hilo musical. Hoy en nuestro espacio cultural recibimos una visita muy especial. El poeta P.B. presentará su último libro. La sintonía suena más fuerte para captar la atención de los consumidores que poblamos el edificio. Después el volumen baja y la voz de la narradora despacha un par de eslóganes de los que sirven para la promoción de cualquier cosa, desde el Cabildo de Tenerife hasta una ferretería: que no te lo cuenten, ven! P.B., una poesía comprometida con la vida! 

He pensado en el poeta P.B. No creo que merezca esta clase de publicidad, que al final es una forma de orinar sobre su libro y sobre la poesía. A los de mi grupo poético nos llevaron una vez a la radio para una entrevista. El locutor había sido compañero de clase de algunos de nosotros y se había empleado en aquella emisora antes de cumplir los veinte. Era un tipo prudente que preguntaba por nuestras influencias y nuestras bibliotecas, pero por lo visto era mandado por otro que andaba por allí prestando atención con el aspecto de un operario del sector primario, y que a la primera pausa entró en la cabina en la que estábamos y al entrevistador lo reprendió por sus preguntas: lo que la gente quiere saber no es eso, sino si con la poesía se liga mucho o poco, y al decir ésto hizo unos movimientos de caderas, como los haría un cabrero en una sala de fiestas.

Bastó eso para convertir la cabina en la que acabábamos de nombrar a Baudelaire en una pocilga. Aquel tipo, el cabrero, en realidad resultó una especie de visionario, un tipo de nuestro tiempo que acaso hoy presida su grupo de comunicación, o los grandes almacenes en los que estoy, tal vez un país.

5 respuestas a «Cabreros»

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